¿Es posible pasar años con miedo a hacer algo?
Después de pasar años con miedo a retomar la actividad física he llegado a descubrir en carne propia que podía haberlo hecho de otra manera.
He descubierto también como ese miedo paralizante me ha bloqueado durante años.
Y sobre todo lo equivocado que estaba.
Ahora disfruto haciendo una actividad como nunca antes hubiera podido imaginar.
Ese mismo miedo nos restringe en otras actividades de nuestra vida como es el caso de preparar nuestra OPE.
En lo que sigue te lo cuento…

El miedo: la lucha entre el conocimiento y el sentimiento
¿Es posible pasar años con miedo a hacer algo?
Sí.
Ya sabes que me gusta escribir sobre experiencias propias.
Esto lo hago por un motivo principal, “las experiencias propias son las que mejor conozco”.
Hoy voy a contarte algo sobre “el miedo” y cómo influye en nosotros.
En el año 2003 tuve una mala experiencia en un gimnasio.
Estaba en Málaga haciendo mi residencia de matrón cuando se me ocurrió “apuntarme a un gimnasio”, un gimnasio muy pijo con un montón de máquinas nuevas.
Te hacían una ficha muy completa al inscribirte. Había un instructor que parecía un “croissant”, que daba una “supuesta” tabla de rutinas personalizadas y gente “muy mona” practicando ejercicio.
¡Genial!

Los colores no impiden las agujetas
El primer día que fui, un viernes, hice todo lo que me dijo.
Pasé el fin de semana en la cama con febrícula, tomando analgésicos…
No pensaba rendirme porque “yo no soy de esos” y seguí yendo al gimnasio… unos meses más.
¿Mejoró la cosa?
No.
Cada día era igual o peor que el primero.
Iba, hacía la tabla “personalizada” que me he dado dado y ¡fatal!
Solo sonreía a la hora de irme.
Como resultado de todo lo anterior acabe sintiendo miedo a hacer ejercicio y estuve años sin volver a intentarlo.
Concretamente 14 años.
Cada vez que pensaba en “apuntarme a un gimnasio” recordaba mi desgraciada experiencia en Málaga.
Así que como consecuencia de esto iba ganando peso “casi sin darme cuenta”…

Ganar peso es muy facil
En 2017 me diagnosticaron diabetes tipo 2.
Sabía que en la diabetes una reducción del 10% tiene un efecto significativo sobre las cifras de glucosa.
Así que haciendo “de tripas corazón” me volví a apuntar a otro gimnasio.
Esta vez, no necesita que fuera “pijo”, sino que estuviera cerca de casa y encontré uno a 10 minutos andando.
Esto era una gran ventaja.
Podía ir y volver caminando desde casa en chándal y ducharme al llegar.
Tenía máquinas, no muchas y no muy nuevas… pero suficientes.
Así que me apunté.
La experiencia fue parecida.
Tabla personalizada “para mí”. Agujetas desde el primer día…
Al final, pensando que la culpa era de la tabla comencé a hablar con gente que andaba por allí y me fui construyendo una rutina de ejercicios…
El final te lo puedes imaginar.
Solo hacía dos o tres máquinas, las que me gustaban… cada vez que intentaba algo nuevo volvían las malditas agujetas y… ¡no me gusta el dolor!
Había bajado algo de peso a costa de pasar dolor y hacer una dieta casi sin hidratos de carbono.
Pero ...
¿Conoces a alguien a quien le guste estar meses y meses con agujetas y sin comer lo que le gusta?
¡Me aburrí!
Dejé el gimnasio y me fué mucho mejor. Ya no me dolía el cuerpo.
Volví a los hidratos de carbono (me encanta el pan) y estuve manteniendo duras penas la glucemia dentro de unos niveles aceptables.
Caminaba todos los días cuatro o cinco kilómetros y ¿me mantenía?
Pues ¡No!
Sabía que debía de volver a hacer ejercicio regular, pero…
¡Sentía miedo!
Así que la última vez que me pesé, cosa que suelo hacer una vez al año, ¡la báscula casi me tira!
Me pesé hace un mes y fueron 127,5 kilos.
NOTA: Caminar paseando a los perretes 4 o 5 kilómetros al día no va a hacer que bajes de peso.

Come de todo pero ... en su justa medida
¡Había que hacer algo!
¡Volví a darle vueltas a la idea del gimnasio!
Y seguía sintiendo mucho miedo.
Aunque mas miedo aún le tengo a tener una glucosa descontrolada.
Las consecuencias ya las sabes: afectación de los pequeños vasos y los órganos irrigados por ellos, como por ejemplo:
- Retina
- Riñones
- Corazón
- Pene
Lo que se traduce a lo largo del tiempo en ceguera… afectación renal… problemas cardíacos e impotencia.
Necesitaba volver a hacer ejercicio.
Ya estaba claro que el gimnasio y sus instalaciones eran lo de menos.
Lo que yo necesitaba era un entrenador.
Alguien que supiera motivarme y adaptarme los ejercicios de manera progresiva.
Alguien que hiciera que me divirtiera en el gimnasio.
Alguien que de alguna manera me ayudara a seguir en el camino.
Me puse a investigar y ¿adivina que me paso?
La persona que buscaba la tenía justo al lado.
Enfrente de mi casa hay un club de judo y el dueño es amiguete mío.
Le pregunte que si conocía a alguien con las características que yo buscaba y me recomendó a su hermano que tiene un gimnasio justo al lado del dojo.
Mi entrenador se llama Alberto.
Cuando tuve mi primera conversación con el me pregunto que si yo hacía alguna actividad física.
No se que cara le puse, pero entendió que no.
Fue entonces cuando le presente el siguiente “caso clínico”.
Varón, 60 años de edad, obeso (126.5 kg.) Fumador en fase de preparación , desde hace dos años pasea normalmente con sus perros de 3 a 10 kilómetros diarios. Odia el gimnasio. Le gustan las artes marciales y las practicaba de joven.
Ha acometido repetidos intentos de volver al ejercicio físico sin conseguirlo.
¿Te sientes capaz de hacer que vuelva a la actividad física?
Y… Alberto me dijo que sí.
Eso fue a finales de julio.
Al día siguiente fui a la oficina y me inscribí.
Dos días por semana en principio.
Así que ¡he vuelto a apuntarme a un gimnasio!
Ya había vencido mi primer miedo. El de la vuelta.
Esperé ansiosamente que llegara agosto y mi primera clase.
He de decir que los dos días antes de empezar andaba un poquillo preocupado y ansioso.
Llegó el gran día.
Empecé este lunes.
Le recordé a mi entrenador la primera conversación donde le explicaba “el caso clínico” que tenía delante.
La clase comenzó… resulta que estaba practicando algo parecido al CrossFit .
Alberto me dijo que el primer día quería evaluarme. Así que todos los ejercicios que hice fueron de movilidad y giros. Un poco de resistencia y fuerza con la kettlebell . Estiramientos con bandas elásticas … etc.
No me dejó saltar. Parece que primero hay que fortalecer los músculos de las piernas.
Naturalmente, los compis del gimnasio hacían “otras cosas”.
Me divertí bastante. Me gustó y lo mejor es que después de la sesión estuve todo el día sintiéndome mucho mejor que si hubiera ido.
Desde luego había encontrado lo que estaba buscando.
Te copio la conversación por WhatsApp que mantuvimos al día siguiente…

Un mentor te cuida
Toda esta situación, vivida durante años y rota “mágicamente” se repite a diario en muchos ámbitos de tu vida.
Las malas experiencias previas en los estudios, en academias, en exámenes de oposiciones condicionan al opositor.
Generalmente, como en mi caso con el gimnasio, la culpa no la tiene nadie.
Los gimnasios tienen sus ritmos y sus programas, que suelen ir bien.
Las academias también tienen sus ritmos y sus programas… que también suelen ir bien.
Cuanto mas grande es la institución… mas sistematizado lo tienen todo.
¡Exacto…! Es justo lo que ahora tu estas pensando. Van a por la cantidad.
Y entonces… Tú eres solo un número de socio.
Ahora esta de moda, en los gimnasios modernos las maquinas con pantalla de manera que puedes estar haciendo kilómetros en la cinta mientras ves Netflix.
Nadie te va a mandar un WhatsApp, ni te va a llamar al día siguiente para ver como estas.
Puedes volver o no. Lo importante es que pagues, porque, aunque no te lo cuenten casi todos tienen overbooking. Es decir, más socios que espacio.
Su negocio es precisamente ese.
Se en que la mayoría de la gente basan suele ir mucho al principio y luego lo van dejando.
Así encontraras jugosas “ofertas” por apuntarte y pagar un año entero.
Sin embargo, en mi gimnasio caben solo seis personas por sesión.
Eso posibilita que Alberto pueda estar pendiente de todos y cada uno de nosotros.
Eso hace que la experiencia sea maravillosa.
Me recuerda mucho mi unidad docente, donde me preparé la especialidad.
Éramos solamente seis residentes.
Entonces ...
¿Qué enseñanza hemos aprendido de todo esto que podamos aplicar a la preparación de nuestra OPE?
¿Es posible extraer algún conocimiento que podamos extrapolar?
Pues sí. Hay varios:
Las experiencias pasadas suelen condicionar nuestras acciones futuras, el miedo a enfrentarnos ante situaciones que nos fueron mal es muy normal y entonces se establece una lucha entre nuestro cerebro (lo que tenemos que hacer) y nuestro sentimiento (el miedo que tenemos a hacerlo).
Es como la pescadilla que se muerde la cola.
¿Podemos salir de ese círculo vicioso?
Si.
Siempre tenemos opciones.
A nivel racional podemos decir que en la vida "todo tiene su precio" y hay que pagarlo antes o después.
Naturalmente cuanto mas tarde mas caro nos va a costar.
Te puedo poner cientos de ejemplos, la adicción al tabaco, a los dulces, a las grasas, al alcohol…
Lo vas dejando… como la experiencia previa fue mala temes volver enfrentarte a ella de nuevo.
Pero… ¡siempre hay un pero! Cada día que lo dejes sabes que te va a costar más.
Entonces van pasando los días, los meses y hasta años, cuando de pronto las circunstancias nos obligan a enfrentarnos a la situación.
Cuando le tenemos mas miedo a las consecuencias de seguir con nuestra adicción que a la abstinencia reaccionamos.
Algunas veces suerte tenemos y un suceso (por ejemplo, sufrimos una neumonía) no hace enfrentarnos al problema y coger el toro por los cuernos. Nos curamos y dejamos de fumar.
Un diagnóstico de diabetes, nos hace replantearnos nuestra alimentación, nuestro estilo de vida.
La llegada inminente del examen de una OPE nos pone las pilas para estudiar.
A veces es tarde. Ya llegó el cáncer de pulmón, la pérdida de un miembro o un problema renal en el caso de la diabetes… Y entonces es cuando viene el arrepentimiento.
Y ya no podemos hacer nada.
Ya es demasiado tarde.
En el caso del alcohol algunas personas pierden la salud, la familia, el trabajo… incluso la vida en accidentes de tráfico.
En el caso de las oposiciones (si esas que nunca tenemos tiempo de preparar)… perdemos la tranquilidad cuando se fijan las fechas de los exámenes…
He visto muchas compañeras mías con ataques de ansiedad.
La categoría no importa… enfermeras… TCAE… celadoras… incluso médicos.
A nadie le gusta que lo examinen y sobre todo si del resultado del examen va a depender su sueldo, su trabajo… su modo de vida.

En fin, si puedes replantéatelo y ve estudiando ahora que puedes.
Si has llegado hasta aquí te dejo unos tips.
7 Tips para aprobar tu OPE.
1.- Ajusta tu objetivo.
2.- Enfócate.
3.- Planifica tu tiempo.
4.- Estudia y repasa a diario.
5.- Todos los días un poquito.
6.- Hazlo sola. Apúntate a una academia. Búscate un mentor, pero ¡Hazlo!
7.- Disfruta de la vida mientras preparas tu OPE. ¡Se puede!
Y ahora.
¿Te atreves a contarnos en los comentarios a que le tienes miedo?
¡Venga anímate! Te espero dentro.
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